28 de febrero de 2011

Ahora que parece que para siempre no dura tanto, que nunca, que todo, en la vida de repente es un rato. Digo, ahora, igual que antes, puedes para siempre odiarme... por un rato. O puedes para toda la vida olvidar que también hubo alegrías, pero si prefieres quedarte con años que olvidaste, entonces voy a pedirte, no me nombres, para siempre. No me nombres, por ese rato que es toda la vida. Lo mejor lo voy a seguir dando, te estoy cuidando para siempre de mí, de que no, no me nombres por favor.



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