23 de mayo de 2013

Hoy me tocó extrañarme.

Nunca quise volver al pasado pero hoy hago una excepción. Sería lindo volver a vivir ciertos momentos de libertad en los que no sabía que iban a venir estos tiempos que estoy pasando. Quiero volver atrás, a ese tiempo en el que todo estaba bien -o mejor que ahora- y en los que uno no era totalmente consciente de si era feliz o no, pero que tampoco le importaba saberlo: Era el momento el que importaba, nada más.
Extraño eso que tuve alguna vez. Esa frescura que me caracterizaba, la sonrisa de oreja a oreja y las ganas de salir y hacer cosas. Era una chica con muchas aspiraciones y sueños que creía que podían hacerse realidad.
Extraño ese corto momento de mi vida en el que se me hacía fácil relacionarme con las personas. Extraño esas ganas de bailar y cantar que tenía todos los días, esa mentalidad activa que solamente quería hacer cosas todo el tiempo, que no podía estar quieta ni un solo momento. Extraño esos momentos en los que cuando me iba a dormir con ganas de levantarme al otro día y en los que me dormía planificando mi próximo día. Extraño mirarme al espejo para pintarme y lavarme la cara. 
Extraño no tener miedo, no estar triste, no sentirme mal y sola. Extraño esos momentos en que la angustia no era esa amiga incondicional. Extraño esos días en los que la depresión no lo oscurecía todo y en los que no tenía miedo de ir a un lugar por temor a un ataque de pánico. Extraño los días en que la soledad sólo era un nombre propio.

Ahora todo es tan diferente...Yo ya no soy la que era. Ya no soy aquella niña inocente que jugaba a que la secuestraban y la que con 4 años se vendaba los brazos porque jugaba a que se había querido suicidar. En ese momento eran sólo juegos inocentes de chicos...ahora son un estigma. 
Ahora las risas se transformaron en llanto, en gritos de dolor, en angustias. Mi sonrisa desapareció junto con los recuerdos lindos que alguna vez tuve y mis ganas de vivir son casi nulas. Ya no soy alguien que crea que tiene un gran futuro por delante, sino alguien que tuvo un gran pasado y se le está haciendo muy difícil seguir cargándolo. 
Ahora necesito esa paz de estar sola, ahora me quedo callada mirando pasar la vida frente a mis ojos y no hago nada para frenarla y subirme. Ya no bailo con la alegría con la que lo hacía antes...no, ya ni siquiera bailo, no tengo ganas. Ahora no me puedo levantar de la cama, presa de mi mente auto-destructiva y de mis pensamientos oscuros. Ahora puedo pasar horas sentada, mirando al horizonte, fumando y pensando. Quizás llorando a mares, quizás sólo sufriendo en silencio e invisiblemente. Ahora soy una chica que no cree en eso que todos los sueños se hacen realidad, soy pesimista y padezco una personalidad triste. La sufro.
Y ahora...ahora tengo miedo de vivir conmigo misma, de tener que convivir con esta cárcel y esclavitud el resto de mi vida. Me niego, no quiero. No puedo más. Ahora soy una chica amarga, triste, que se siente mal consigo misma, insegura, que se odia como nunca nadie en el mundo la va a poder odiar. Soy una chica que lleva la soledad en la piel. Ahora mi rutina son las lágrimas, la angustia y la desolación. Ahora mis días son negros, cubiertos de ansiedad y depresión por todos lados...ahora la soledad es mucho más que un nombre, es un karma.
Ahora ya no soy esa nena que jugaba a vendarse los brazos sólo por diversión...ahora soy una chica de 18 años que debe vendarse los brazos para no infectarse, para esconder las marcas que le dejó la vida. Ahora soy una chica de 18 años que va a vivir la vida con el peso de saber que esas marcas que tiene en sus brazos, en su panza y en sus piernas son consecuencias de eso que tiene adentro suyo. 
Ahora me doy cuenta que día a día, noche a noche, cuando las mire, voy a saber que perdí millones de veces contra mí misma y ellas son la prueba fehaciente de que mi pasado es real...y mi futuro la libertad.



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